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José Saramago, escritor y Premio Nobel de Literatura

  • José Saramago
    escritor
    biografía
    fallecimiento
    Premio Nobel de Literatura

Hoy se cumplen 10 años del fallecimiento del escritor portugués y Premio Nobel de Literatura, José Saramago.

Escritor de lucidez y compromiso, hacedor y buscador de islas imposibles, pregonero de raíces e inventor de asuetos para la muerte, fue el primer escritor en lengua portuguesa en recibir el Premio Nobel de Literatura en 1998.

Nacido en 1922 en el caserío de Azinhaga, un villorrio al norte de Lisboa, explotó su pasado como cerrajero para forjar la puerta de la libertad, a la que sólo se tiene acceso a través de la imaginación.

Es uno de los novelistas actuales más apreciados en el mundo entero y su obra está considerada por los críticos como una de las más importantes de la literatura contemporánea.

Una juventud marcada por la precariedad

Hijo de campesinos, su familia se trasladó a Lisboa cuando era niño y creció en un ambiente de gran pobreza. Saramago confesó en más de una ocasión que en su casa sólo recordaba un libro en la estantería: "A Toutinegra do Moinho", de Émile Richerbourg

Estudió en una escuela técnica, empezó a escribir en el "Diário de Notícias", y, a partir de 1976, se dedicó exclusivamente a la literatura.

Antes de dedicarse de lleno a la literatura, Saramago ejerció como cerrajero, mecánico, editor y periodista.

Su mayor ilusión

Fue en 1947 cuando hizo realidad su mayor ilusión, la de ser escritor, publicando la novela "Tierra de pecado".

En 1969 se afilió al Partido Comunista portugués, en el que militó desde una posición crítica. Aunque también cultivó la poesía, el ensayo y el teatro; fue la novela la que le dio gran celebridad internacional desde la década de 1980.

Algunos de sus grandes títulos son: Memorial del convento, Ensayo sobre la ceguera, La balsa de piedra o El evangelio según Jesucristo.

Sus tensiones con la Iglesia y Io que representa fueron manifiestas. En 1991 publicó la novela "El Evangelio según Jesucristo", muy criticada por El Vaticano y objeto de un polémico veto en 1992, cuando se retiró de la lista de candidatas al Premio Literario Europeo para el que había sido seleccionada.

Saramago se dedicó a la literatura porque no le gustaba el mundo donde le tocó vivir. Sus novelas encierran reflexiones sobre algunos de los principales problemas del ser humano; hacen pensar al lector, lo estremecen y conmueven. Sus personajes están llenos de dignidad.

Los problemas que tuvo en Portugal lo llevaron en 1993 a trasladar su residencia a España, concretamente a la isla canaria de Lanzarote, acompañado por su segunda mujer, la periodista española Pilar del Río, traductora del escritor.

Su franqueza y su lealtad con las convicciones que siempre lo movieron, le dan una honestidad especial a su obra. Cada una de ellas es capaz de condensar grandes reflexiones en pocas palabras, con total naturalidad y encanto.

Una de sus mejores citas es: “El viaje no termina jamás. Solo los viajeros terminan. Y también ellos pueden subsistir en memoria, en recuerdo, en narración… El objetivo de un viaje es sólo el inicio de otro viaje”.

Sus últimos años

En los últimos años, Saramago no dejó pasar demasiado tiempo entre novela y novela. Era consciente de su edad y, si tenía «aún algo para decir», lo mejor es que lo dijera «cuanto antes». Aunque también decía que «llegará el día en que se acabarán las ideas, y no pasará nada». Fruto de esa urgencia por contar fueron sus novelas "La caverna" (2000); "El hombre duplicado" (2002); "Las intermitencias de la muerte" (2005); "Las pequeñas memorias" (2006); "El viaje del elefante" (2008); y "Caín" (2009), la última novela de este gran escritor.

En septiembre de 2008 comenzó a publicar su blog, titulado "El cuaderno". Fue «un espacio personal en la página infinita de internet», según sus palabras. La muerte le sorprendió cuando preparaba una novela sobre la industria del armamento y la ausencia de huelgas en este sector. Escribió hasta el final de su vida, pues se dice que llevaba 30 páginas de dicha novela.

Fallecimiento

Saramago falleció en su residencia de Lanzarote el 18 de junio de 2010 a los 87 años, debido a complicaciones de la leucemia que padecía. Acompañado de su familia, de la que se despidió «de una forma serena y plácida».

El escritor había establecido una relación cálida con las Islas Canarias y con Lanzarote en particular, donde se había implicado en varias iniciativas, como las de la Fundación César Manrique.

Por otra parte, la capilla ardiente fue instalada en la Biblioteca que lleva su nombre del municipio de Tías. Los restos mortales fueron trasladados a Lisboa, donde instalaron otra capilla ardiente en el salón de plenos del Ayuntamiento.

Saramago fue finalmente incinerado en una emotiva ceremonia en el cementerio del Alto de San Juan de Lisboa, a la que asistieron los familiares del Nobel y numerosos amigos, intelectuales y autoridades lusas.

La esposa del escritor, aseguró durante el acto que "ha muerto un hombre bueno, una excelente persona y un magnífico escritor" y agregó, al resaltar la huella que había dejado en todos los corazones, que sólo deben llorar su muerte "quienes no le conocieron".

El ataúd de Saramago, cubierto con la bandera portuguesa, entró al crematorio en medio de una ovación de más de diez minutos de los centenares de personas que se agolparon ante sus puertas y que le arrojaron claveles rojos, el símbolo de la Revolución portuguesa del 25 de abril de 1974.

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